libro, hoja otoño y café

Leer es un arte, se requiere de habilidad y excelencia para juntar cada sonido, cada palabra y cada idea.

Cada vez que leemos con prisa, sin pausa y pensando en lo que sigue atropellamos las palabras, las ideas y a nosotros mismos, por eso no me gustan las lecturas rápidas, esas que prometen atascar un millón de libros en la cabeza y que sirven para quien gusta de presumir que lee mucho, aunque en realidad no lee nada, ni siquiera la desconocida palma de su mano cuando toma un libro.

Se han puesto en boga los cursos de lectura rápida, porque suponen que es fácil pasar de Platón a Nietzsche sin que haya alguna consecuencia.

Y sí, sí se puede pasar sin problemas de Pla-tón a Nietz-sche, sólo basta con leer con los ojos bien cerrados para que ninguna de sus ideas llegue a nuestra cabeza. Aprieta bien los ojos y podrás pasar de los Diálogos a Zaratustra sin que tu piel se pierda en ello, pero recuerda no escuchar el canto de las sirenas mientras vas saltando de un libro a otro, no vaya a ser que alguna palabra se cuele y que te detenga.

Pero pasar como los compañeros de Odiseo entre el canto de las sirenas no es leer, es poder decir que se navegó entre ellas.

Quizá viendo qué significa leer, podamos escuchar a los monstruos devora hombres que hay en las palabras, aunque no hay garantía de salir vivos de tal lance, pero es bueno aventurarse para ver lo que en esas islas pasa.

Origen de la palabra leer

Leer y hablar son acciones que van de la mano, cuando leemos y cuando hablamos juntamos en el cesto de la memoria aquello que merece ser recordado, lo demás se pierde, como se pierden las vivencias que no repasamos o que nada significaron.

Si leemos con atención entonces juntamos sólo los mejores frutos, las mejores palabras, las frases más salvíficas y que pudieran liberarnos, ya sea del tedio, del sin sentido o del aburrimiento.

Cervantes, escribió el Quijote pensando en al menos en seis posibles lectores, sus palabras dirían algo diferente a cada uno, porque cada uno recolectaría en su mente lo que elige para sí.

El término leer viene del latín , y ese término da la idea de juntar, en un sentido muy simple leer es juntar palabras para formar una idea y juntar ideas para formar un discurso que irá junto con nosotros mientras vemos la vida trascurrir. Mientras la vida pasa y nos ocurre lo que es propio de ese paso leemos lo que nos sale al encuentro y juntamos lo que creemos valioso.

Vamos a lo que es juntar, porque con un sinónimo no siempre entendemos algo, y las traducciones suelen ser traicioneras, y quizá al leer esto sobre la lectura acabemos enrolados entre las legiones de los soldados que se van al campo de batalla sin saber por qué están peleando.

Leer no es un acto tan simple como repetir el abc y juntar vocales con consonantes. Cuando juntamos o recolectamos algo escogemos cuidadosamente, tomamos un objeto y dejamos los demás, grabamos algo en nuestro ser y nos acompaña como un tatuaje en nuestra piel, y aunque los tatuajes se borran siempre queda constancia de que ahí estuvieron, lo mismo pasa con los discursos que juntamos cuando leemos.

Leer es tomar y dejar: es juntar, es llevarnos con nosotros lo que el otro nos ofrece para que nos lo llevemos, para que nos acompañe como eterno compañero.

Lo anterior ocurre, porque en algún sentido escribir es grabar, y leer es dejarse grabar en la memoria el paso de las palabras que el otro ofrece a nuestros sentidos. Por eso, es importante cuidar lo que leemos, porque cada palabra, cada verso, cada idea y cada gesto, que nos motiva la lectura hecha, se queda con nosotros y nos marca para siempre.

Leer es un arte, porque no todos son buenos recolectores, porque hay que elegir con cuidado lo que se queda en el olvido y lo que se guarda en la memoria, pero es un arte del que no podemos alejarnos, aunque seamos malos leyendo, porque lo que se presenta a nuestros ojos para que hagamos su lectura es siempre la vida misma y no leerla es como no vivirla.

Leer, entonces es tomar del río que es la vida las palabras que se quedan, y dejar pasar lo que nada significa.

Yo no soy buena lectora, no leo vidas, ni leo rostros; pero la vida me va enseñando a preguntar por lo que veo y a recordar lo que vi, me falta reflexión para entender en este libro que es la vida, las palabras que no entendí.

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