Antes de escribir e ingresar en un mundo en el que no hay lectores, conviene preguntarnos ¿por qué escribir? ¿Para qué hacerlo? ¿Vale la pena hacerlo?
La pregunta se torna urgente cuando reflexionamos, y vemos que ya no reflexionamos, vivimos en un mundo en el que es más importante ver y publicar videos porque una imagen dice más que mil palabras, y 60 imágenes por segundo dicen todavía más.
Podríamos decir que escribimos para olvidar, quizá buscamos deshacernos de los demonios que nos persiguen mediante la escritura, quizá queremos que nuestras deformaciones salgan y nos dejen en paz al convertirlas en demonios que molesten a los demás.
Ahora sin tener esto claro, queda una duda todavía más grande, sin saber siquiera para qué escribimos, debo cuestionarme sobre el para qué publicar lo que se escribe, para quién se escribe si ni siquiera se le conoce, si no se puede tener certeza de que mis palabras sean leídas tal y como ahora son pensadas.
No escribo con la claridad de Cervantes y en muchos sentidos creo que no soy buena leyendo, pero al menos, a veces me pregunto sobre lo que leo, y aunque no te conozco, ni sé si lo llegue a hacer, creo que lo que iré vertiendo aquí puede ayudar a que nos preguntemos constantemente sobre lo que hacemos.
¿Para qué escribimos? ¿Por qué hacemos público lo que escribimos? ¿Somos voces en el desierto cuando hablamos? ¿Es mejor guardar silencio y creer que no tenemos nada que decir?
Algo en la magia que encierran las palabras me lleva a preguntar, a escribirlo y a publicarlo, y es que me percato de que aún cuando no sabemos hablar, no solemos escuchar, y menos sabemos leer o escribir, por algo medio logramos darnos a entender.
¿Para qué escribir? ¿Para qué mostrarlo? Quizá lo que busco al hacerlo es olvidar, olvidarme junto con Borges de que he leído a Borges; o para liberarme de los demonios que sembraron en mi mente Homero y Kafka.
Platón me ha ofrecido Banquetes y venenos, como a Don Quijote parece que se me ha secado el cerebro, ¿Para qué escribir? ¿Para qué hablar? ¿Para qué pensar? para pasar el rato, jamás. Si eso fuera hay modos más fáciles de hacerlo, si de eso se tratara sería más sencillo simplemente dejar a un lado todo y parpadear como cualquier hombre moderno.
El habla nos hace humanos, el pensamiento nos acerca un poquito a los sabios. Para escribir hay que pensar, para hablar no tanto. Para escribir bien hay que hacerse ignorante y dejar que los sabios sean los que hablen y tratar de compartir con ánimos de no traicionarles tanto.
Cada que escribo espero que las musas se apiaden de mí, un sabio llamado Hesíodo, bien señala que ellas son mentirosas, pero hay que averiguar cómo es que le podemos creer al poeta inspirado por las musas para que nos diga tal cosa.
La paradoja del mentiroso se hace más presente que nunca cuando el sabio es el que señala el deseo de mentir de las musas, una vez que ha sido inspirado por ellas, cómo no creerle, cómo sí hacerlo.
Hoy me aventuro a escribir y a publicar lo que escribo, veamos si pronto llega para mí el olvido, espero que nos deshagamos de juicios y prejuicios al pensar lo que vivimos, y que estos no mueran por mi amor a borrar todo, debido a que no comprendo bien qué es el olvido.
¡Éxito!